miércoles, 13 de marzo de 2019

Fu, el tigre despistado

Fu, el tigre despistado.
(Manuel L. Alonso. Adaptado. Ilustraciones, Irene Blasco)

Narrador: Un tigre recién nacido no es un peligro para nadie. Pesa menos de un kilo y cabe en un zapato viejo.
Con el tiempo, llega a medir un metro de altura y pesa trescientos kilos. Entonces sí es peligroso y los animales procuran no ponerse a su alcance. Por eso los tigres son animales solitarios.
Cuando nació Fu, todos los vecinos acudieron a conocerlo. Todos estaban muy contentos porque era la primera vez en mucho tiempo que nacía un tigre. Los únicos que no aparecieron por allí fueron sus padres. Dijeron que unos cazadores se los habían llevado posiblemente a un zoo.
Elefante: Yo, como elefante que soy, propongo que entre todos nos ocupemos del bebé.
Leona: Bien dicho. Y yo, como leona, me encargaré de alimentarlo.
Ciervo: Los de mi familia, los ciervos, le enseñaremos a correr.
Ardilla: Ah, y yo a trepar a los árboles. Las ardillas somos las mejores para esto.
Osa: Bueno, y una osa como yo, no le faltará por las noches.
Narrador: Todos se echaron a reír cuando la rana se ofreció.
Rana: Y yo le enseñaré a cazar. (Risas)
Elefante: Tú sólo sabes cazar mosquitos y los tigres no cazan mosquitos, jajaja.
Leona: ¿Y cómo vamos a llamarle?
Ciervo: Mirad, se está despertado. Parece que quiere decir algo.
Fu: ¡Fu!
Osa: Lo llamaremos Fu.
Narrador: Pasó el tiempo y Fu creció protegido por sus vecinos. A decir verdad, creció poco. Nunca llegaría a ser un gran tigre. Si hubiese crecido mucho, los demás le habrían dejado solo. Era tan pequeño que no asustaba a nadie. Lo más que conseguía hacer era:
Fu: ¡Fu! ¡Fuuu!
Narrador: No obstante, Fu vivía preocupado temiendo que llegara el momento en el que todos le rechazaran por su tamaño y fiereza.
Un día, le confesó a Ojos de Miel, la joven leona:
Fu: No quiero quedarme solo. ¿Qué podría hacer?
Leona: Pide consejo a la bruja Coruja. Ella lo sabe casi todo.
Fu: Está bien. Me pondré en camino y no pararé hasta dar con ella.
(Transición musical)
¿Álguien sabe donde vive la bruja Coruja?
Voz 1: Está en el campo, entre las hierbas.
Voz 2: En las rocas.
Voz 3: No, no, vive en una cueva.
Fu: Y, tú, señora cigüeña, que has viajado tanto, ¿sabes dónde vive la bruja Coruja?
Cigüeña: Sólo sé que vive en una árbol, pero no sé en cuál.
Narrador: Fu se pasó mucho tiempo buscando a la bruja de árbol en árbol. Cuando llegó al gran bosque, se echó al pie de un gran árbol; ¡estaba tan cansado...!
Fu: Dormiré aquí. Mañana continuaré buscando a la bruja Coruja.
Coruja: ¿Quién anda ahí? ¿Es que una no puede dormir en paz?
Fu: Perdone, estoy buscando la casa de la bruja Coruja.
Coruja: Yo soy la bruja Coruja y esta es mi casa.
Narrador: Fu miró lleno de esperanza hacia lo alto. El animal que le hablaba era muy raro. Era un ave no muy grande, con la cara en forma de corazón y los ojos redondos. Una lechuza.
Coruja: ¿Qué te trae por aquí a estas horas de la noche? Es peligroso andar solo por estos parajes. ¿Qué problema tienes?
Fu: Vera, es que no quiero llegar a ser un tigre peligroso porque todos me dejarán solo por temor.
Coruja: ¡Jajajajaja!
Fu: ¿Puedo saber de qué se ríe?
Coruja: Sí, de que eres tonto. ¿De veras te crees que alguna vez serás un tigre adulto? ¿Y no te parece raro que hasta ahora no hayas asustado nunca a nadie? Anda, vuelve con tus amigos y vive tranquilo. Nunca serás un tigre peligroso.
Fu: ¿Por qué?
Coruja: Porque no eres tigre sino gato.
Fu: ¿Gato?
Coruja: Gato. Te advierto que ser gato no está nada mal. Nunca intentarán cazarte para llevarte a un zoo. Serás libre y nadie saldrá huyendo cuando te vea. Solamente los ratones.
Narrador: Fu dio las gracias a la lechuza y volvió con los suyos.
Y a partir de entonces empezó una nueva vida. La primera de las siete vidas que tienen todos los gatos.


El audio de este relato lo puedes oír, aquí.


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