miércoles, 2 de mayo de 2018

El pájaro de fuego

El pájaro de fuego.
(Cuento popular ruso)
Narrador: En cierto reino vivía el zar Berendei con sus tres hijos. Poseía un hermoso jardín con un manzano que daba frutos de oro, pero sucedió que comenzaron a robarle las manzanas de oro por las noches. El zar redobló la vigilancia, pero nadie descubrió al ladrón. Sus tres hijos decidieron guardar el jardín, pero los dos mayores fracasaron. Cuando Iván, el menor de los hermanos, hizo su guardia permaneció totalmente despierto. Vio que un pájaro de fuego estaba posado en una rama del manzano y picoteaba las manzanas de oro.
Iván asió de la cola al ave, pero el pájaro de fuego se debatió con tanta fuerza que logró escapar, dejando en la mano del príncipe una pluma de su cola.
A la mañana siguiente, Iván se presentó ante su padre.
Zar Berendéi: Di, querido Iván, ¿has visto al ladrón?
Iván: No lo he atrapado, querido padre, pero sé ya quién comete fechorías en vuestro jardín. Aquí tienes un recuerdo del ladrón. Es el pájaro de fuego.
Zar Berendéi: Queridos hijos ¿por qué no vais a recorrer el mundo hasta encontrar al pájaro de fuego? Si no lo hacéis así, cualquier día volverá por aquí a robarme mis manzanas.
Narrador: Los hijos se pusieron en camino, cada uno en una dirección. Iván cabalgó mucho tiempo y llegó a una encrucijada. Allí, en un mojón de piedra, estaba escrito:
Iván: “Aquel que siga por el camino de en medio, sufrirá frío y hambre; el que coja el de la derecha, saldrá sano y salvo, pero perderá su caballo; y el que vaya por el de la izquierda, será asesinado, pero su caballo vivirá.”
Narrador: Iván tomó el camino de la derecha. Poco después su caballo fue ferozmente atacado y degollado por un lobo gris que desapareció en la espesura. Al anochecer, el gran lobo gris surgió del bosque:
Lobo: ¿Por qué, Iván, te veo tan triste, tan abatido?
Iván: ¿Cómo no voy a estarlo, lobo gris? Me he quedado sin mi buen caballo.
Lobo: Tú fuiste quien escogió este camino. Sin embargo me da pena verte tan cabizbajo. Dime ¿qué te lleva tan lejos? ¿A dónde vas?
Iván: Mi padre, el zar Berendei, me ha enviado a recorrer el mundo en busca del pájaro de fuego.
Lobo: En tu buen caballo no hubieras encontrado el pájaro de fuego en tres años. Sólo yo sé dónde anida y sólo yo puedo ayudarte a atraparlo. En fin, ya que me he comido tu caballo, te serviré fielmente. Monta en mi lomo y sujétate con fuerza.
Narrador: Cruzaron bosques y lagos y, por fin, llegaron a una fortaleza de altas murallas. El lobo se detuvo y dijo:
Lobo: Escúchame y recuerda bien lo que te digo. Salta la muralla y en un palacete verás una ventana en la que hay una jaula de oro con el pájaro de fuego. Toma el pájaro pero no toques la jaula o te sucederá una gran desgracia.
Narrador: Todo lo realizó como dijo el lobo pero, cuando vio la jaula, Iván fue tentado por la codicia...
Iván: ¿Acaso puedo dejar aquí una jaula tan preciosa?
Narrador: En cuanto sus dedos la rozaron, la guardia se despertó, lo apresaron y fue llevado ante el zar Afrón.
Zar Afrón: ¿Quién eres? ¿De dónde has venido? ¿De qué padre eres hijo?
Iván: Me llamo Iván, hijo del zar Berendéi. Tu pájaro de fuego acostumbra robar las manzanas de oro del jardín de mi padre. Él me envió a buscarlo y atraparlo.
Zar Afrón:¡Qué vergüenza! ¡El hijo de un zar metido a ladrón! Si me prestas un servicio, te perdonaré e incluso te daré el pájaro de fuego. Tendrás que cruzar los veintinueve países, hasta llegar al trigésimo, donde reina el zar Kusmán, y traerme su caballo de crines de oro.
Narrador: En poco tiempo el lobo gris llevó a Iván a la fortaleza del zar Kusmán.
Lobo: Salta el muro, Iván. La guardia está durmiendo. Ve a la cuadra y saca de allí el caballo, pero ten buen cuidado de no tocar la brida, o volverá a sucederte una gran desgracia.
Narrador: Pero, de nuevo, la brida de oro despertó la codicia de Iván y al tocarla la guardia despertó y lo llevaron ante la presencia del zar. Éste, cuando supo quien era, le propuso un trato.
Zar Kusmán: ¡Si hubieras venido a mi encuentro honradamente, yo, por respeto a tu padre, te hubiera regalado mi caballo! En fin, te perdonaré si me prestas un servicio. El zar Dalmat tiene una hija que se llama Elena la Hermosa. Tráela aquí y te daré el caballo de crines de oro con su brida.
Narrador: Cuando regresó a donde lo esperaba el lobo...:
Lobo: Yo me desvivo por servirte y tú lo echas todo a perder! Esta vez, Iván, iré yo mismo a buscar a la princesa. Tú emprende el regreso, que pronto te daré alcance.
Narrador: Poco después, el lobo gris asió de sus ropas a Elena la Hermosa y dio alcance a Iván. Por fin, llegó con Elena la Hermosa e Iván al reino del zar Kusmán. El lobo le preguntó ...:
Lobo: ¿Por qué te veo tan triste y abatido, Iván?
Iván: ¿Cómo quieres que no esté triste, lobo gris? ¡Amo a Elena la Hermosa con todo mi corazón! ¿Acaso puedo cambiarla por un caballo?
Lobo: No te separaré de tu amada. Voy a transformarme en Elena y tú me entregarás al zar Kusmán. Mientras, la princesa te aguardará en este bosque y, cuando tengas el caballo de crines de oro, vendrás a buscarla. Partid enseguida los dos, que yo me reuniré con vosotros un poco más tarde.
Narrador: Escondieron a Elena en una cabaña. El lobo, tras dar una voltereta, se convirtió en Elena la Hermosa e Iván la llevó ante el zar Kusmán.
Zar Kusmán: Te agradezco mucho, Iván Zarévich, que me hayas traído la novia. Toma el caballo de crines de oro con su brida.
Narrador: Sólo quedaba dirigirse al reino del zar Afrón para entregarle el caballo a cambio del pájaro de fuego. Iván se encaprichó esta vez con el corcel de las crines de oro. El lobo gris de transformó en el caballo y fue llevado ante el zar Afrón. Éste, tomándolo por auténtico, entregó el pájaro de fuego a Iván que pronto se reunió en el bosque con Elena y el corcel verdadero. Por su parte, el lobo, en la primera oportunidad, transformado en caballo, se encabritó, el zar saltó de la silla y cayó de cabeza en un cenagal. En lugar de un caballo con las crines de oro, fue un lobo gris el que se dio a la fuga.
Iván se casó con Elena la Hermosa y vivieron muchos años felices, tan unidos que no podían pasar ni un minuto el uno sin el otro.


El vídeo y audio de este cuento lo tienes aquí.

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