Molestón
Verruga y los visitantes.
(Pilar
Valdés)
Narradora:
Molestón Verruga se llamaba así, porque tenía en la punta de su
nariz, una verruga del tamaño de una oruga. A pesar de su aspecto,
él a su verruga le tenía un enorme aprecio.
Vivía
en un lugar llamado “Cuarto y Mitad”. Un lugar tan
pequeño tan pequeño, que él era el único habitante. Aunque de
vez en cuando pasaba por
allí,
algún que otro visitante. “Cuarto y Mitad “ era muy singular.
Cuando alguien llegaba, se agrandaba y cuando se marchaba, menguaba.
Igual que un globo se inflaba y se desinflaba. Se inflaba y se
desinflaba.
La
casa de Molestón era muy pequeña. Tanto, que cuando dormía casi
se
le
salían las piernas. Y en la esquina de su casa había crecido una
flor, que él
regaba
cuando caía un chaparrón.
Era
un día bastante soleado, Molestón con su verruga miraba al cielo
con
los
ojos guiñados. Se llevó una gran sorpresa al ver un pajarillo en
su jaula
volando
y este le preguntó a Molestón no precisamente cantando:
Pajarillo:
Por favor ¿puede en su casa esconderme para que no puedan
verme?
Molestón:
¡Pero no ves que mi casa es muy pequeña!
Pajarillo:
Ni que yo fuera una cigüeña.
Narradora:
Y sin muchas ganas Molestón, cogió la jaula por el asa y metió al
pájaro en su casa. Un espantapájaros que pasaba por allí,
preguntó a Molestón con cierto rentin-tin:
Espantapájaros:
¿Ha visto usted un pajarillo con su casa a cuestas?
Molestón:
Por supuesto, por allí. No, por allí. No, no. Creo que se fue por
allí.
Narradora:
El espantapájaros mareado, de mirar por todos lados, salió
de allí espantado. El pajarillo con su jaula se asomó y al ver
que se había marchado, levantó el vuelo con tanto brío, que se
fue de allí sin decir ni pío.
El
día parecía movidito, ahora pasó por allí un cerdito y le dijo a
Molestón:
Cerdito:
Buenos días, ¿podría usted decirme si…?
Molestón:
¡Es usted un cerdo!
Cerdito:
¡Vaya! Por la forma de decirlo ha estado usted poco fino.
Molestón:
Bueno, es usted un cochino.
Cerdito:
Lo que le quería preguntar, que no me ha dejado terminar, es
que me quedé dormido muy a gusto en un charco y al
despertarme ¡me he llevado un chasco! ¡El charco ha
desaparecido! ¿Sabe usted dónde se ha ido?
Molestón:
¡Por Dios! ¡Eso es que se ha secado el charco! Ahora habrá que
esperar a que caiga algún chubasco!
Narradora:
Y sin dar las gracias y con mucho tino se largo de allí el
muy cochino. De pronto una cigüeña apareció y en el
techo de la casa se posó.
Molestón:
¡¡Pero bueno esto qué es!! ¿Pues no parece que estoy en “el
Arca de Noé”’?
Cigüeña:
Por favor déjeme quedarme. Solo dormiré un poco, me iré al
despertarme.
Molestón:
Muy bien, entonces tendrás que escuchar mis chistes de pasotas.
Cigüeña:
¿Te has creído que soy
idiota? ¡Anda y cuéntale tus chistes, a mi prima la gaviota!
Narradora:
Y sin más vacilación, alzó el vuelo la cigüeña y se marchó.
Como solía ocurrir en “Cuarto y Mitad” se iba agrandado cuando
los habitantes iban llegando y menguaba cuando se marchaban. A todo
esto una mosca, se posó en su verruga del tamaño de una oruga.
Mosca:
Disculpe, ¿podría decirme si ha visto una cagarruta de mi
amiga, la vaca Cicuta?
Narradora:
Y Molestón Verruga bizco perdido comenzó a dar chillidos.
Molestón:
¡¡Fuera de mí verruga mosca peluda!!
Narradora:
La mosca se asustó tanto que se fue de allí zumbando.
Serpiente:
Pzz. Pzz¡
Narradora:
Molestón miró sus pies y vio a una serpiente sin su cascabel.
Serpiente:
Perdone ¿ha vizzzto usted mi cazzzcabel? No zzé que pazza que lo
pierdo
una y otra vez.
Molestón:
¡¡Pero bueno que os habéis creído, acaso tengo un cartel que
diga “Aquí objetos perdidos”! ¡Sujétate bien la pieza, o lo
que perderás será la cabeza!
Serpiente:
Ezzzte hombre ezzzta loco perdido, que manera de dar chillidozzz.
Molestón:
¡Lo que estoy perdiendo es la paciencia! ¡A este paso de animales
abriré una tienda!
Narradora:
Y la serpiente en silencio y muy lentamente se fue de allí
haciendo eses.
Nuevamente
Molestón se llevó un gran susto, como si hubiera escuchado una
traca. Ahora quien apareció a su lado era una vaca. Y
allí se quedo parada, mirándole muy, muy descarada y sin decir
nada. Por no decir no dijo ni “mu”.
Molestón:
¿A que vienes vaca? ¿Vienes a dar la lata?
Narradora:
La vaca muy tranquila y a su bola le dijo moviendo su cola.
Vaca:
¿Ha visto usted una mosca que es muy bruta y muy tosca?
Molestón:
¡Ah!! ¿Con que tú eres la vaca Cicuta? ¡Pues la he mandado muy
lejos a buscar tu cagarruta!
Narradora:
Y con paso lento la vaca se marchó y en una fiesta con su cola se
coló. Molestón con un humor de perros y de un lado para otro como
si fuera un potro decía:
Molestón:
¡Esto no es lógico! ¿Habrá por aquí un zoológico?
Narradora:
Y continuaron las sorpresas. De pronto apareció un conejo, que
por su aspecto era sabio y muy viejo.
Molestón:
¡Vaya! Deje que adivine, usted quiere preguntarme si he
visto su zanahoria, o… ¿se ha perdido y quiere saber por dónde
se va a Soria?
Conejo:
No que va, que va, lo
que he perdido ha sido la memoria. Verá deje que le explique.
Tengo una chistera y yo vivo dentro ella. El caso es que he ido a dar
un paseo y sin darme cuenta, mire, aquí me veo. No se dónde estoy.
Claro que a mis años, como...
Molestón:
¡Por favor quiere dejar de hablar! ¡La cabeza me va a estallar!
Conejo:
Oiga, estoy viejo pero
no sordo ¿Me permite un consejo de este conejo sabio y viejo? Esta
usted muy acalorado, ande, váyase y tómese un helado.
Molestón:
¿Y este es el consejo de un conejo sabio y viejo? ¡Pues le voy a
dar yo otro para que se vaya! ¡No muy lejos de aquí, si
no me equivoco hay una playa!
Narradora:
Con mucho atrevimiento y sin ningún complejo, continuó diciendo el
señor conejo.
Conejo:
Acabo de acordarme…
Verá conozco una ferretería, vaya usted de
parte
mía. Es de mi gran amigo “el grillo”, ande, vaya y dígale
que le falta un tornillo.
Narradora:
Molestón no daba crédito a sus oídos, iba a lanzarle otro de sus
chillidos, cuando… quedó perplejo, como por arte de magia
había desaparecido el conejo. Sollozando y sin consuelo decía:
Molestón:
Esto es una pesadilla, prefiero mil, mil veces que me hagan
cosquillas.
Narradora:
Pero la cosa no acabó ahí. Molestón se quedó sin palabras
ahora a su lado, había una cabra.
Cabra:
¿Perdone ha visto usted a un chivo?
Molestón:
¡Y a mi qué me dice! ¡Lárguese y pregunte usted en Lugo
o en Vigo!
Cabra:
¡Es usted un mal educado!
Molestón:
¡Y usted una cabra loca!
Cabra:
¡Oh! ¡Retire esa palabrota!
Molestón:
¿Cuál? ¿Cabra o loca?
Narradora:
Se quedó con la boca abierta y tan indignada que no supo
decir nada, hasta que por fin dijo la cabra:
Cabra:
¡Pasapalabra!
Molestón:
Muy bien, pues yo le digo ¡Que se vaya por donde ha venido!
Narradora:
La cabra no se inmutó, como una estatua quieta se quedó.
Molestón:
¡¡Con que esas tenemos!! Pues utilizaré mi magia. ¡Abracadabra!
¡Abracadabra! ¡Que con sus patas tire al monte la cabra!
Narradora:
De pronto se escuchó un berrido. Era su cabrito, que se había
perdido. Y muy cabreada y sin mediar palabra, se fue con su chivo la
cabra.
Molestón:
¡Esto es un sin vivir! ¡Me voy ahora mismo a mi casa a dormir!
Narradora:
Y eso hizo. Con aire iracundo quedó Molestón Verruga
sumido en un sueño profundo. Nadie lo diría. Con los ojos
cerraditos ¡parecía un angelito! Entre tanto, del techo y con
muchísimo sigilo, bajaba una araña pendiendo de un hilo. La
araña que tenía mucha maña, se posó en su verruga. Molestón
sintió tal picor, que sus ojos abrió.
Molestón:
¡Si no lo veo no lo creo! ¡Largo de mi verruga araña peluda!
Narradora:
La araña no hizo caso, se quedó allí quieta, sin dar un
paso. Y con una amplia sonrisa dijo sin ninguna prisa:
Araña:
¡Que ojos más grandes tienes!
Molestón:
¡Es para ver por donde vienes!
Araña:
Y qué verruga más blandita.
Molestón:
¿¡Pues muy bien! ¡Ahora vete derecha a tu casita!
Araña:
Pues ahora me quedo aquí. Esta verruga es para mí.
Molestón:
¡No es mía!
Araña:
¡Mía! ¡Mía!
Narradora:
Comenzó así una lucha encarnizada por una verruga a una nariz
pegada. Hasta que llegó un momento que frotándose los ojos
y las pestañas se dio cuenta que no había ni tela, ni araña, que
su verruga seguía ahí en la punta de su nariz. Todo lo ocurrido
había sido un mal sueño y él de su verruga seguía siendo el
dueño.
Molestón:
¡Oh, verruguita mía que terrible pesadilla! ¿Qué te parece si lo
celebramos comiendo peladillas?
Narradora:
Y colorado, colorín la historia de Molestón Verruga, ¿acabó por
fin?
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