A
partir de 8 años.
Un
robot para las vacaciones.
(Marie
Tenaille y Monique Touvay. Adaptado)
Narrador:
Era el momento… era el minuto esperado. Por fin el profesor Nikelec
sabría de qué era capaz el pequeño robot que había construido en
su taller.
Nikelec:
¡Ya está: conectado! ¡Bien, funciona! Te llamarás Gotou. Te he
construido como un ser inteligente. Las conexiones que hay dentro de
tu cabeza harán que me obedezcas al sonido de mi voz. Tú sabrás
hacer de todo. ¡Serás Gotou el HáceloTodo!
Goto:
O.K. de acuerdo. Me gustaría que me llamaras Goto-el Robot.
Nikelec:
Entonces serás Goto.
Narrador:
El profesor Nikelec, un poco asombrado, creyó que sería necesario
algún tipo de ajuste, todavía. Pero lo haría a la mañana
siguiente y dejó al muñeco de metal en el estudio y él se fue al
jardín a regar sus claveles.
El
pequeño robot se dirigió, con paso decidido, hacia la puerta del
taller. Giró el picaporte y salió. Avanzó con rapidez por un
camino de tierra. No tardó en dejar atrás su casa y acercarse a la
autopista. En un par de minutos alcanzó una gasolinera. Un auto de
color rojo se estacionó frente al dispensador de combustible. El
pequeño robot, muy cerca del auto, sin saber por qué, levantó su
brazo derecho.
Alec:
Mira, un robot que está haciendo auto-stop.
Cecile:
Subámoslo, antes que papá reanude la marcha.
Narrador:
De un salto Goto se encaramó en el asiento trasero. Ya se había
instalado.
Ludó:¡Oye!
me aplastas. Este es mi lugar.
Alec
y Cecile: Shiss. ¡El robot es nuestro secreto! Calla Ludó, papá y
mamá no pueden darse cuenta.
Narrador:
Atrás, en el asiento trasero, retomada la autopista, Ludó, Alec y
Cecile cuchicheaban sin parar. Le preguntaban cientos de cosas al
robot.
Cecile:
¿Qué sabes hacer?
Goto:
Todo. Un poco de todo.
Alec:
Eso estará por verse...
Mamá:
Chicos, ¿qué cuchicheáis por ahí?
Alec:
¡Mamá! ¿Por qué no jugamos a las preguntas y a las respuestas?
Mamá:
Buena idea. ¿De qué color es el caballo blanco de Santiago?
Goto:
Rosado.
Alec:
Rosado.
Todos:
¡Ja,ja,ja,ja!
Papá:
¿Cuál es la altura de la Giralda?
Goto:
Cuatrocientos un metros.
Cecile:
Cuatrocientos un metros.
Papá:
¡Error! La cifra es al revés.
Mamá:
¿Altura del Mulhacén?
Goto:
Tiene 8.743 metros.
Niños:
8.743 metros.
Mamá:
Hoy no han acertado ninguna. ¿Qué les sucede?
Papá:
Estamos llegando, chicos. Ahí está el albergue. Comienzan nuestras
vacaciones.
Mamá:
Niños, descargad el coche mientras papá y yo vamos a revisar las
habitaciones.
Alec:
Quédate dentro del coche. Que papá y mamá no te vean.
Cecile:
Solo nosotros sabremos que estás aquí. Nosotros bajaremos las
maletas.
Goto:
O.K. de acuerdo.
Cecile:
Es muy divertido.
Ludó:
Un poco chiflado a veces.
Alec:
A mí me encanta cómo es.
Goto:
O.K., de acuerdo.
Narrador:
¡Rayos! De repente, sin que los niños lo pudieran contener, Goto
tomó las maletas y volvió a ponerlas dentro del coche.
Decididamente todo lo hacía al revés.
Mamá:
¡Oh, qué es esto!
Papá:
¡Un robot doméstico! Mirad niños; un robot. Apuesto a que nunca
habían visto uno así.
Goto:
Brrrmmm... Aggggg.....
Alec:
Lo hemos tomado en la gasolinera, cuando estaba haciendo auto-stop.
Ludó:
Es nuestro amigo.
Cecile:
Y se llama Goto.
Papá:
¿Y qué sabe hacer?
Alec:
Él sabe hacer de todo y comprende todo.
Goto:
¿Quieren que haga algo?
Narrador:
Grave error porque Goto todo lo hacía al revés: untaba betún en
las tostadas en vez de mantequilla, mojaba con la manguera a todo el
mundo en lugar de regar el jardín, confundía la botella de agua
mineral con la del fregasuelos... En fin, para evitar nuevos errores
tomaron a Goto y se lo llevaron a una de las habitaciones. Allí, en
la televisión, aparecía el profesor Nikelec que hacía una
petición a la audiencia. Goto lo reconoció.
Nikelec:
Mi pequeño robot Goto se ha escapado de casa y lo grave es que aún
yo no había verificado todas sus conexiones. Puede cometer errores.
Sabe hacer de todo, pero le falta un gramo de razón. Si lo ven o lo
encuentran, por favor devuélvanmelo. Se lo suplico.
Papá:
Es necesario devolverlo a su inventor.
Mamá:
Es lo mejor.
Narrador:
Por primera vez en el día los niños estaban de acuerdo. Una hora
después estaban en casa del profesor Nikelec. Cuando el robot bajó
del coche corrió a los brazos de su padre. Éste lo estrechó con
cariño. Los niños observaban emocionados.
Nikelec:
¿Goto, mi pequeño! ¿Dónde te habías metido? ¡Ven a mis brazos!
Goto:
¿Papá Nikelec...!
Nikelec:
Voy de inmediato a corregir las conexiones...
Narrador:
En el taller destapó con sumo cuidado la cabeza de su muñeco.
Desconectó los cables que comandaban las múltiples acciones del
pequeño robot, esas que conducían a locuras y errores; solo dejó
en su lugar los “chips” del habla y del movimiento, y de paso
reconectó el cable amarillo, ese que controlaba las emociones de su
invento y generaba un sentimiento parecido al amor, en el pecho
rígido de Goto.
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