Roberto Ruíz. |
La
paloma Luciana.
La
Paloma Luciana
está
triste. Se ha negado a volar.
Sólo
salta de rama en rama,
se
escolinga por las hojas de la retama.
Quiere
comprarse una escoba
y
no para parecerse a la ratita esa Maruja,
que
se acicala y embelesa a ver quien la besa,
sino
porque quiere ser realmente una bruja.
No
sabe de magia, ni de hechizos,
pero
sí de sueños bajo los voladizos.
Quiere
salir de aquel nido y ver mundo,
algo
que no entiende su marido, el Raimundo.
Al
que la idea lo tiene iracundo.
¿Quién,
si ella se va, cuidará de los polluelos?
¿Quién,
si ella no está, preparará tan ricos buñuelos,?
¿Quién,
le cuidará cuando ya sea abuelo?
La
Paloma Luciana
hace
tiempo que no canta
ya
no encuentra calor bajo su manta.
Tan
sólo con Raimundo quería estar junto a la lumbre
pero
no siente ya que le deslumbre.
Raimundo
está preocupado.
Es
avispado a pesar de no haber ido a la escuela
y
sabe que aunque ella no vuela,
sus
alas se elevan por otras callejuelas.
El
palomo trató de escuchar al tiempo,
se
dejó azotar por el viento,
preso
de un impulsivo arrebato,
entró
decidido en la alcoba,
cogió
a su amada en su regazo
y
la llevó a comprar una escoba.
La
Paloma Luciana,
se
sintió de nuevo amada, halaga, entusiasmada,
la
Paloma Luciana,
no
necesita ya una escoba, ya no está sola.
La
Paloma Luciana,
bate
sus alas de nuevo, ya tiene compañero de vuelo.
El audio y vídeo de este relato lo tienes aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario