martes, 2 de julio de 2013

La paloma Luciana.

Roberto Ruíz.

La paloma Luciana.
                            (Raquel Lozano Calleja)


La Paloma Luciana
está triste. Se ha negado a volar.
Sólo salta de rama en rama,
se escolinga por las hojas de la retama.

Quiere comprarse una escoba
y no para parecerse a la ratita esa Maruja,
que se acicala y embelesa a ver quien la besa,
sino porque quiere ser realmente una bruja.

No sabe de magia, ni de hechizos,
pero sí de sueños bajo los voladizos.
Quiere salir de aquel nido y ver mundo,
algo que no entiende su marido, el Raimundo.
Al que la idea lo tiene iracundo.

¿Quién, si ella se va, cuidará de los polluelos?
¿Quién, si ella no está, preparará tan ricos buñuelos,?
¿Quién, le cuidará cuando ya sea abuelo?

La Paloma Luciana
hace tiempo que no canta
ya no encuentra calor bajo su manta.
Tan sólo con Raimundo quería estar junto a la lumbre
pero no siente ya que le deslumbre.

Raimundo está preocupado.
Es avispado a pesar de no haber ido a la escuela
y sabe que aunque ella no vuela,
sus alas se elevan por otras callejuelas.

El palomo trató de escuchar al tiempo,
se dejó azotar por el viento,
preso de un impulsivo arrebato,
entró decidido en la alcoba,
cogió a su amada en su regazo
y la llevó a comprar una escoba.

La Paloma Luciana,
se sintió de nuevo amada, halaga, entusiasmada,
la Paloma Luciana,
no necesita ya una escoba, ya no está sola.
La Paloma Luciana,
bate sus alas de nuevo, ya tiene compañero de vuelo.


El audio y vídeo de este relato lo tienes aquí.




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