El
brillante y la rosa.
Narrador:
El maguid de Dubno era famoso por sus parábolas. Cada vez que
alguien le hacía una consulta o le pedía consejo, el maguid
respondía narrando una historia.
Un día, un
estudiante que paseaba con el maguid le confesó:
Estudiante:
Tengo una forma de ser, maguid, que no me gusta nada, pues me
encuentro decenas de defectos. Dime: ¿qué puedo hacer para
convertirme en una persona mejor?
Maguid:
Te contaré una parábola: Érase una vez un rey que poesía uno de
los diamantes más bellos del mundo. Estaba muy orgulloso de aquella
piedra, que era perfecta en cada uno de sus detalles, y no dudaba en
enseñársela a todos los dignatarios que pasaban por su palacio.
Un día, el
rey notó que en el interior del diamante había aparecido una
grieta. Aunque la grieta era muy fina, estropeaba por completa el
magnífico juego de brillos que despedía la piedra.”¡Que
desastre!” , pensó el rey. “¡Ojalá haya algún modo de reparar
el defecto!”.Al instante, el rey llamó a los mejores talladores de
joyas de su reino y les preguntó:
“¿Qué
podéis hacer para que el brillante recupere su perfección
original?”
Los
talladores permanecieron muy serios. De pronto, en medio del silencio
general, un joven alzó la voz. Se llamaba Elías, y acabada de
terminar su aprendizaje con uno de los mejores talladores del reino.
-Majestad
–dijo Elías-,ya que no es posible restaurar el brillante, tal como
admiten todos los maestros talladores aquí presentes, yo quisiera
crear una joya nueva a partir de esa imperfección .
Como el rey
no tenía otra salida,dio su consentimiento.
Elías
trabajó duro, en secreto, durante varios días. Cuando terminó su
tarea, acudió a palacio para mostrarle el resultado al rey. El
monarca se moría de impaciencia por ver cómo había quedado su
diamante. A decir verdad, no tenía grandes esperanzas. Suponía que
Elías habría partido el brillante en dos, siguiendo la grieta, para
convertirlo en dos piezas de menor tamaña.”Es una lastima”,pensó
el rey, consciente de que dos brillantes pequeños no valen nada en
comparación con uno grande. Sin embargo,¿qué otra cosa se podía
esperar?
Cuando Elías
sacó el diamante del paño que lo envolvía, el rey sonrió de
satisfacción. El joven no había partido el diamante en dos. No,
había tenido una idea mucho más ingeniosa. En lugar de considerar
la grieta como una imperfección, la había aprovechado para
embellecer el diamante. En aquella grieta, había visto el tallo de
una rosa, así que había tallado en el brillante el resto de la
flor: las raíces por debajo, las hojas a los lados y los pétalos
por encima. De ese modo, había transformado lo imperfecto en
hermoso. Con aquella rosa, el brillante resultaba la piedra más
original y bella del reino, y tal vez del mundo. El rey, que siempre
había valorado su diamante, lo apreció desde aquel día un poco
más.
Narrador:
Acabada la historia, el maguid de Dubno se volvió hacia el
estudiante y le dijo:
Maguid:
Igual que ese brillante , todos tenemos faltas. Pero depende de
nosotros mismos convertirlas en algo atractivo, útil y valioso.
Narrador:
Y tras decir tales palabras, el maguid se calló, y siguió caminando
en silencio al lado del estudiante.
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