miércoles, 9 de enero de 2013

La jaula de oro.


                                                              La jaula de oro.

Narrador: Érase una vez una princesa que paseaba por su jardín.De pronto, al pie de un árbol, vio un pájaro muy bello. Le gustó tanto que comenzó a llamar a una de sus doncellas.
Princesa: ¡Es el pájaro más hermoso que he visto en mi vida! ¡Cómo me gustaría quedármelo, para poder mirarlo a todos horas y oír su canto todo el día!
Narrador: Entonces, la doncella volvió corriendo al interior del palacio y avisó a todos lo criados para que la ayudaran a cazar el pájaro.Más de veinte hombres se congregaron en el jardín para cazar al bello animal que tenía entusiasmada a la princesa. Les costó grandes esfuerzos, pero al fin consiguieron atraparlo.
El pájaro acabó encerrado en una jaula de oro. Día y noche, dos sirvientes se ocupaban del bienestar del pájaro. Cada vez que la princesa salía a pasear por el jardín, un criado iba tras ella, con la jaula de oro en la mano, para que la princesa gozase en todo momento con la compañía y el canto de su bellísimo pájaro.
Sin embargo, el pájaro estaba triste. Detestaba vivir en una jaula, y extrañaba mucho los viejos tiempos, cuando podía volar a su aire, subir y bajar por el cielo.
Un día, el pájaro oyó al príncipe cuando decía:
Príncipe: Mañana mismo salgo de viaje. El palacio que tengo que visitar se encuentra en un oasis en mitad del desierto. Estaré de vuelta en el plazo de un mes.
Narrador: Al oír aquello, el pájaro rompió a cantar. El príncipe se extrañó de que trinara con tanta fuerza, así que se acercó a la jaula y miró al animal con mucha atención. De pronto, el pájaro empezó a decir:

Pájaro: Príncipe, cuando vayáis a ese oasis que decís, ¿podríais hacerme un favor?
Príncipe: Con mucho gusto te haré el favor que me pidas. ¿Quieres que te traiga alguna comida especial?
Pájaro: No, no quiero nada de comer. Pero si veis a otros pájaros como yo, ¿podríais decirles que estoy en una jaula, y que les envío muchos recuerdos? ¿Me haréis ese favor?
Príncipe: Por supuesto que sí.

Narrador: Regresó al cabo de un mes.Cuando el pájaro vio al príncipe, cantó para llamar su atención. El príncipe se acercó a la jaula de oro, y entonces el pájaro le dijo:

Pájaro: Príncipe, ¿visteis a algún miembro de mi familia en vuestro viaje?
Príncipe: Sí. Ví un pájaro igual que tú.
Pájaro: ¿Y le disteis recuerdos, tal como os pedí?
Príncipe: Claro que sí. Le conté que estabas en el mejor palacio del reino, en una preciosa jaula de oro, y que le enviabas muchos recuerdos.
Pájaro: ¡Y qué contestó mi pariente?
Príncipe: Ah, querido pájaro, lamento decirte que tu pariente no dijo ni pío. Narrador: En cuanto le conté dónde vivías, resbaló de la rama en que estaba posado y cayó redondo al suelo. ¡El pobre ha muerto!, pensé. Pero, cuando me acerqué para enterrarlo, recobró la vida de pronto y se escapó volando. Así que no me dio ningún mensaje para ti...

Narrador: El pájaro no dijo nada, ni mostró el menor sentimiento.
A la mañana siguiente, la doncella descorrió las cortinas del dormitorio de la princesa y abrió el balcón. La princesa lo primero que hizo, como todas las mañanas, fue darle los buenos días al pájaro. El animal siempre cantaba para responderle, pero aquel día se quedo callado. La princesa, extrañada, saltó de la cama y corrió hacia la jaula. Cuando vio al pájaro, rompió a llorar.

Princesa: ¡Mi pájaro está muerto! ¡Socorro, socorro! !Levántate, pajarito mío! !Ponte a cantar, por favor!

Narrador: La doncella se acercó, vio que el pájaro se hallaba tumbado boca arriba en el suelo de la jaula. Estaba muerto, no había ninguna duda.
Princesa: !Sacad al pájaro de la jaula! !Sopladle el la cara a ver si revive!

Narrador: El criado abrió la puerta de la jaula y agarró al pájaro para tratar de reanimarlo. Luego lo acercó a la ventana a fin de que le diera el aire fresco y, justo cuando el pájaro notó la brisa en la cara, extendió las alas y echó a volar hasta la rama del árbol más cercano. La princesa quedó desconcertada.
Princesa: ¿De modo que todo era una trampa? ¡Querías escaparte y nos has engañado...! Pero ¿por qué te quieres ir, si vives en una jaula preciosa donde no te falta ninguna comodidad. ¿Es que no te he tratado bien? ¿Dónde has aprendido esa trampa tan maliciosa con que nos has engañado ?

Narrador: El pájaro soltó un largo trino de alegría y luego contestó:

Pájaro: Princesa, la mejor jaula del mundo no vale tanto como la libertad de volar a donde me apetezca. Y, puesto que queréis saber cómo aprendí este engaño con el que he logrado la libertad, os lo diré ahora mismo: me lo enseñó un pariente lejano que vive en un oasis en medio del desierto...

Narrador: Tras decir esto, el pájaro volvió a cantar. Luego, subió hacia el cielo describiendo una hermosa espiral en el aire, y nunca más se dejó ver en los lujosos jardines de palacio.

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