La
anciana astuta.
(Cuento
popular francés)
Narrador:
Hace mucho tiempo, la ciudad francesa de Carcasona sufrió un
durísimo asedio y sus habitantes se quedaron sin nada que comer. El
hambre y las enfermedades mataron a mucha gente, y las pocas personas
que quedaban con vida comenzaron a desesperarse. El alcalde de la
ciudad reunió entonces en la plaza mayor a todos los vecinos y les
habló así:
Alcalde:
Amigos, nuestras provisiones se han agotado. No tenemos más remedio
que rendirnos.
Narrador:
Las palabras palabras del alcalde causaron una profunda conmoción, y
todos guardaron silencio. De pronto, una anciana que se encontraba
entre la multitud exclamó furiosa:
Anciana:
¿Rendirnos? ¡De ninguna manera! No podemos consentirlo.
Alcalde:
¡No
hay más remedio que hacerlo!
Anciana:
Tenemos
que intentar algo. Escuchad: yo tengo un plan. Si hacéis lo que os
diga, la ciudad se salvará.
Narrador:
El alcalde se quedó muy sorprendido por la seguridad con la que se
expresaba aquella mujer y decidió que valía la pena escuchar su
propuesta.
Alcalde:
Bien.
Dinos qué necesitas para llevar a cabo tu idea.
Anciana:
Traedme
una vaca.
Alcalde:
¿Una
vaca? No sabes lo que dices. Si fuera tan fácil encontrar una vaca,
no estaríamos en esta situación. ¡No queda ningún animal vivo en
toda la ciudad!
Anciana:
¡Traedme
una vaca!
Narrador:
El alcalde no tuvo más remedio que ordenar a su soldados que
registraran todas las casas, una por una , para ver si encontraban
alguna vaca. Por fin, en el establo de un granjero avaro apareció
una vaca que el hombre había escondido para venderla a un buen
precio cuando ya no hubiera nada que comer. Los soldados se
apoderaron de la vaca y se la llevaron a la anciana.
Anciana:
Ahora,
necesito medio saco de trigo.
Alcalde:
¿Trigo?
¡Imposible! ¡No hay un solo grano de trigo en toda la ciudad!
Anciana:
¡Traedma
trigo!
Narrador:
Y otra vez los soldados fueron por las casas para ver si conseguían
reunir lo que la anciana había pedido. Y con un puñadito aquí y
otro allá, por fin lograron hacerse con medio saco de trigo. En
cuanto los soldados volvieron con el trigo, la anciana se lo dio de
comer a la vaca, ante el asombro del alcalde y de cuantos estaban con
él. Luego, cuando la vaca terminó de comer, la mujer le ató una
cuerda al cuello y la llevó hasta las murallas de la ciudad. Una vez
allí, ordenó a un soldado que abriera la puerta y empujó a la vaca
con todas sus fuerzas hacia el exterior.
Nada
más ver a la vaca, los soldados enemigos la cogieron y la llevaron
a su campamento.
Rey:
¿Dónde habéis encontrado esta vaca?- preguntó asombrado le rey a
sus soldados.
Soldado:
Estaba paciendo tranquilamente junto a las murallas, a las puerta de
la ciudad.
Rey:
¡Eso
significa que en Carcasona aún hay animales para alimentar a la
población!
Soldado:
En
cambio, nosotros no tenemos carne fresca desde hace muchísimo
tiempo.
Narrador:
Los soldados mataron a la vaca para comérsela y vieron que el
animal tenía el estómago lleno de trigo.
Soldado:
¡En
Carcasona tienen trigo para alimentar a los animales!
Narrador:
El rey, tras reflexionar unos minutos, dijo apesadumbrado:
Rey:
Si los habitantes de Carcasona todavía disponen de grano para
alimentar a sus animales, nosotros moriremos de hambre antes que
ellos. Así que levantad el campamento. ¡Nos vamos de aquí!
Narrador:
Y aquella misma noche se retiró el ejército enemigo.
Para
celebrar el final del asedio, los habitantes de Carcasona pasearon
triunfalmente a la anciana por las calles. Y siempre le mostraron su
gratitud por haber librado a la ciudad de aquella situación tan
terrible.
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