viernes, 6 de mayo de 2016

La mujer hoja.

La mujer hoja.
(Cuento noruego. Adaptado.)
Un viudo tenía una hija y un hijo, que se llamaban Astrid y Einer. El viudo se volvió a casar con una mujer, también viuda, que era más fea que un demonio y más mala que la quina, y que tenía una hija que había heredado sus defectos. Ella les hizo la vida imposible y Einer se marchó de casa. Llegó al palacio real y encontró trabajo como palafranero.
Pero las cosas para Astrid no iban nada bien. La obligaban a hacer los trabajos más duros y la insultaban sin cesar.
Un día, mientras cogía agua en el río, tres rostros horribles, salieron del agua y le dijeron: uno, que le lavara, otro, que le peinara, y el tercero, que le besara.
Ella lo hizo de buen grado y los tres rostros le otorgaron tres dones: sería la más hermosa, caería oro de sus cabellos cada vez que se peinara y brotaría oro de su boca cuando hablara.
Su madrastra y su hermanastra se enfurecieron cuando vieron sus dones y la encerraron en la pocilga con los cerdos.
Al poco tiempo la madrastra mandó a su hija al río por agua. También le salieron las tres caras que le pidieron lo mismo. Ella les contestó: “¡Lávate, tú! ¡Péinate, tú! ¡No pienso besar una boca tan repugnante como la tuya!”
 Las tres caras castigaron su mala educación y orgullo. Decidieron que le saliera una nariz de cuatro palmos, una barbilla de tres y plantaron un arbusto en su frente.
Mientras tanto, Einer seguía en palacio trabajando como palafranero. Un día, mientras contemplaba el retrato de su hermana, el rey entró en la habitación, lo miró y Einer le explicó quién era. Le pareció tan bella, que quiso casarse con ella. Einer partió para cumplir los deseos del rey.
La madrastra y la hermanastra se empeñaron en acompañarles al palacio. Los cuatro se pusieron en camino. Astrid llevaba su perrillo, llamado Copo de Nieve, y un cofre lleno de oro.
Atravesaron el país hasta llegar al mar, donde se subieron a un barco. Las dos se las ingeniaron mediante hechizos para tirar al mar el cofre, el perrillo y a Astrid, sin que su hermano sospechara nada.


Cuando los tres llegaron a palacio y el rey descubrió a su prometida, se horrorizó, pero no tuvo más remedio que casarse con aquella birria porque todos los preparativos de la boda estaban dispuestos.
Como el rey tenía razones para estar furioso con Einer, mandó que lo echaran en una cueva llena de serpientes.
Una noche, Astrid, entró en la cocina de palacio, pidió un cepillo del pelo y de sus cabellos cayeron monedas de oro. Junto a ella, estaba su perrillo, Copo de Nieve. Astrid se marchó y dijo que volvería al jueves siguiente. Lo sucedido se lo contaron al rey y éste se presentó en la cocina de palacio a la semana siguiente.
Una gota de sangre que brotó del dedo meñique de Astrid, hizo que se liberara de los hechizos que la tenían embrujada. Contó al rey cómo  la madrastra y la hermanastra la habían engañado. El rey ordenó que las expulsaran y Einer fue liberado. Y se organizó una boda con tal lujo que dio por lo menos que hablar en siete reinos de Europa.

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