¿Qué hace el Ratoncito Pérez con los dientes?
(Adaptación de un texto de Chantal Crovi).
Cuando a Cristina se le cae un diente lo coloca debajo de la almohada y por la noche viene el ratoncito Pérez a buscarlo. Ya se le han caído a Cristina tres dientes y el ratoncito viene a recogerlos puntualmente sin decir a dónde se los lleva, naturalmente.
Un día le preguntó a su padre:
- ¿Pero qué puede hacer el ratoncito con todos mis dientes? ¿Para qué quieren los ratoncitos todos los dientes que recogen en las casas de la gente? ¿Acaso los utilizan para sustituir los que a ellos se les han roto?
- Nada más simple. Busca un agujero de ratón a ras de suelo, estírate boca abajo y mira por él. Verás qué pasa dentro.
Cristina encontró un orificio de ratón debajo del aparador del comedor, pegó el ojo en el agujero y vio, al otro lado del muro, una verdadera ciudad de ratones. Corrían en todas direcciones, empujando carretillas vacías, estirando cordeles. Un gran ratón lanzó un silbido y gritó:
- Atención, cada uno en su lugar de trabajo, aquí llega el convoy de la noche.
Decenas de ratoncitos y ratitas arrastraban carros repletos de dientes recolectados debajo de las almohadas. Los había de todos los gustos: dientes jóvenes, viejos, dientes blancos, careados, puntiagudos y planos.
Cada ratoncito descargó su carretón en la plaza y a la hora del mercado, los ratoncitos gritaban.
- Vengan a ver mi lote de dientes. ¡Dientes frescos, dientes frescos!
Una pequeña ratita dijo:
- Quiero tres dientes huecos para hacer tazas de café.
Y un ratón gordo gruñó:
- Le he encargado cinco dientes dorados para terminar mi palacio. Dese prisa en dármelos.
Y un ratón de largo morro pidió:
- ¿Tendría un gran canino?
- Estoy desolada, no me queda más que un diente de leche.
Cristina se sobresaltó:
- ¡Es mi diente! Lo reconozco.
Pero los ratoncitos no la oían. El agujero era demasiado pequeño para dejar pasar la voz.
Un joven ratoncito se acercó y preguntó:
- ¿Está en venta este diente de leche? Es lo que estaba buscando: tierno y limpio. Haré con él cuatro anillos para las patitas de mi novia.
Y se lo llevó encantado. Cristina estaba sorprendida.
- ¡Hacer cuatro anillos con mi diente de leche! Es una idea extraña…
Estaba contesta de saber lo que los ratoncitos hacen con todos los dientes y al alejarse del agujero de la pared, se preguntó un poco preocupada:
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