Los duendes.
De entre todas las criaturas fantásticas quizás sean los duendes los seres más traviesos. Por el día te dejarán en paz, pues es el momento que aprovechan para dormir, pero una vez que el sol se pone, se disponen a hacer de las suyas, despertando a los que quieren descansar gastándoles bromas pesadas. Si no creéis lo que os cuento, podéis preguntarle al señor Zacarías Well. El señor Zacarías Well se llevó toda la vida aguantando las travesuras de un duende burlón y caprichoso que vivía en su casa. Cuando llegaba la noche, el duende se dedicaba a bailar y a cantar; cuando no empleaba el tiempo en cambiar los muebles de sitio, se ocupaba en arrastraba cadenas por toda la casa, sin dejarle pegar ojo. El señor Zacarías Well no sabía qué hacer con aquella diminuta criatura. Había intentado por todos los medios deshacerse de él, pero sin ningún éxito.
Un día le hablaron de un hombre que conocía las costumbres de todas las criaturas mágicas del mundo y fue a hablar con él para que le ayudara. Durante tres semanas aquel hombre, que algunos consideraban brujo, estuvo rebuscando por toda la casa hasta que encontró un viejo relicario escondido en un rincón. Le contó al señor Zacarías que los duendes viven apegados a un objeto de la casa sin el que no saben vivir. Le dijo que alejando el objeto al que tenía apego, el duende también se alejaría. De modo que se llevó el relicario y lo escondió bien dentro en un cercano bosque y, de esta manera, desapareció el problema.
Sin embargo, al poco tiempo, el señor Zacarías Well le pidió al hombre al que todos consideraban brujo que le devolviera, por favor, el relicario. Éste no daba crédito a sus oídos. Y es que al señor Zacarías Well le habían bastado unos pocos días para darse cuenta de lo solo que se encontraba en aquella casa, y de que ya no sabía vivir sin el duende que le había acompañado durante toda la vida.
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