martes, 2 de noviembre de 2010

Perseo. (2ª Parte)

PERSEO.
(Segunda Parte)

Perseo, hijo del dios Zeus y la mortal Dánae, protegido por la diosa de la guerra, Atenea, y por Mercurio, dios de , ha conseguido la cabeza de Medusa, una de las tres Gorgonas cuyos cabellos son serpientes y capaz de petrificar a aquel que la mire de frente. Con este trofeo, sin el cual no podía volver de nuevo a la isla de Séfiros, gobernada por el tirano Polidectes, pretendiente de su madre, se presenta ante el rey, el cual, ansioso por comprobar la realización de una misión imposible, queda petrificado al abrir el zurrón que contiene tan horrible y repugnante monstruo. Liberada su madre y aclamado por los habitantes de Séfiros, Perseo emprende viaje hacia el reino de Argos, a cuyo trono aspira legítimamente por ser nieto del rey Acrisio, causante de toda esta tragedia.

La fama de las hazañas del hijo de Dánae había llegado a oídos de Acrisio. Su hija y su nieto habían sobrevivido después de haber sido abandonados en un arcón en alta mar. Con el fin de liberarse de la profecía, Acrisio huyó del reino de Argos, y se refugió en la ciudad de Larisa, pues apreciaba más su propia vida que el trono. Al llegar a Argos, Perseo accedió al trono al faltar su abuelo. Una noche, la diosa Atenea, se le apareció y Perseo, postrándose ante ella, le ofreció el zurrón con la cabeza de Medusa y le devolvió el escudo con la que pudo conseguirla:
- Dentro de él va la cabeza de Medusa. ¿Quién podría hacer mejor uso de ella que tú, que eres la diosa tanto de la guerra como de la sabiduría?
- Recibo tu regalo Perseo, y te quedo muy agradecida.
Desde entonces, Medusa, la cabeza con cabellos de serpientes, adorna el escudo de la diosa.
Mientras tanto, el rey de Larisa organizó unos juegos a los que asistió Acrisio, el padre de Dánae. Ya en el estadio a Acrisio le llamó la atención la actitud de un joven atleta que, antes de lanzar el disco, se empeñaba en retroceder has el fono de la arena.
- ¿Qué es lo que teme?
- Le preocupa que el disco llegue demasiado lejos y pueda herir a algún espectador –le explico su vecino de asiento.
- ¿Y quién es ese para creerse tan fuerte?
- Es el nieto del que fuera rey de Argos. Se llama Perseo.
Acrisio, sorprendido y asustado, se puso de pie, pero en la otra punta del estadio el atleta acababa de lanzar el disco… El proyectil voló hasta las primeras filas y chocó contra la cabeza de Acrisio, que cayó muerto al instante.
Y así fue como el héroe Perseo mato a su abuelo, cumpliéndose la profecía.
Se quedó espantado por lo que había hecho, pero Dánae lo consoló diciéndole:
- Hijo mío, no tienes la culpa. Nadie puede escapar a su destino y el tuyo es glorioso.
Dánae no se equivocaba. Perseo tuvo con su esposa, la hermosa Andrómeda, una numerosa prole. Zeus se enamoraría de una de sus nietas, Alcmena, como antes se había enamorado de Dánae. Y de la unión de una mortal y de un dios nacería el más insigne y famoso de los héroes: Hércules.
Pero esa…, esa es otra historia.

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