domingo, 31 de marzo de 2013

El brillante y la rosa.


El brillante y la rosa.

Narrador: El maguid de Dubno era famoso por sus parábolas. Cada vez que alguien le hacía una consulta o le pedía consejo, el maguid respondía narrando una historia.
Un día, un estudiante que paseaba con el maguid le confesó:
Estudiante: Tengo una forma de ser, maguid, que no me gusta nada, pues me encuentro decenas de defectos. Dime: ¿qué puedo hacer para convertirme en una persona mejor?
Maguid: Te contaré una parábola: Érase una vez un rey que poesía uno de los diamantes más bellos del mundo. Estaba muy orgulloso de aquella piedra, que era perfecta en cada uno de sus detalles, y no dudaba en enseñársela a todos los dignatarios que pasaban por su palacio.
Un día, el rey notó que en el interior del diamante había aparecido una grieta. Aunque la grieta era muy fina, estropeaba por completa el magnífico juego de brillos que despedía la piedra.”¡Que desastre!” , pensó el rey. “¡Ojalá haya algún modo de reparar el defecto!”.Al instante, el rey llamó a los mejores talladores de joyas de su reino y les preguntó:
¿Qué podéis hacer para que el brillante recupere su perfección original?”
Los talladores permanecieron muy serios. De pronto, en medio del silencio general, un joven alzó la voz. Se llamaba Elías, y acabada de terminar su aprendizaje con uno de los mejores talladores del reino.
-Majestad –dijo Elías-,ya que no es posible restaurar el brillante, tal como admiten todos los maestros talladores aquí presentes, yo quisiera crear una joya nueva a partir de esa imperfección .
Como el rey no tenía otra salida,dio su consentimiento.
Elías trabajó duro, en secreto, durante varios días. Cuando terminó su tarea, acudió a palacio para mostrarle el resultado al rey. El monarca se moría de impaciencia por ver cómo había quedado su diamante. A decir verdad, no tenía grandes esperanzas. Suponía que Elías habría partido el brillante en dos, siguiendo la grieta, para convertirlo en dos piezas de menor tamaña.”Es una lastima”,pensó el rey, consciente de que dos brillantes pequeños no valen nada en comparación con uno grande. Sin embargo,¿qué otra cosa se podía esperar?
Cuando Elías sacó el diamante del paño que lo envolvía, el rey sonrió de satisfacción. El joven no había partido el diamante en dos. No, había tenido una idea mucho más ingeniosa. En lugar de considerar la grieta como una imperfección, la había aprovechado para embellecer el diamante. En aquella grieta, había visto el tallo de una rosa, así que había tallado en el brillante el resto de la flor: las raíces por debajo, las hojas a los lados y los pétalos por encima. De ese modo, había transformado lo imperfecto en hermoso. Con aquella rosa, el brillante resultaba la piedra más original y bella del reino, y tal vez del mundo. El rey, que siempre había valorado su diamante, lo apreció desde aquel día un poco más.
Narrador: Acabada la historia, el maguid de Dubno se volvió hacia el estudiante y le dijo:
Maguid: Igual que ese brillante , todos tenemos faltas. Pero depende de nosotros mismos convertirlas en algo atractivo, útil y valioso.
Narrador: Y tras decir tales palabras, el maguid se calló, y siguió caminando en silencio al lado del estudiante.

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sábado, 2 de marzo de 2013

Chimpiribipubín.


Chimpiribipubín (Luis Alberto Molina)
Chimpiribipubín, es un conejo, siempre anda a los saltitos, yo lo veo desde lejos. Chimpiribipubín, tiene largas orejas, las que siempre se les doblan, pero el nunca se queja. Chimpiribipubín, come zanahorias, y mientras las mastica, Le gusta contar historias. Cuenta que esa tarde, cuando la siesta dormía, sintió algo muy extraño. ¿Qué afuera sucedía? Salió presuroso por saber qué allí pasaba
Vio gente reunida que muy atentos escuchaban, a un loro muy elegante que desde arriba les hablaba. Este loro parlanchín, hijo de un loro mayor, quería ser el alcalde, y el mismo se eligió
Un petirrojo le dijo; tu no sabes gobernar, seguro que si viene el zorro muy pronto te escaparás Un lechuzón gordo y viejo lo miraba fijamente, sacudiendo su cabeza mientras limpiaba sus lentes. El hornero comentó; cómo puede este individuo, querer arreglar el bosque miren lo que es su casa, que no tiene ni revoque.
¡Viene el hombre!, ¡viene el hombre! Alguien por allí gritó, y el loro fue el primero que a esconderse corrió.
Era una falsa alarma, que a un bromista se le ocurrió. Cuando todos regresaron, según cuenta este conejo, otro loro recién llegado algo extraño comentó. Los que iban llegando se sumaron a la conversación. Era tal el alboroto, de tantos loros reunidos, que nadie nada entendía. El futuro alcalde no se entendía con sus pares, y los demás animales aburridos en exceso, se fueron alejando dejando sólo al candidato, que también se retiró. Chimpiribipubín el conejo, a su cama regresó. Contento porque en el bosque, hoy la calma renació.


El audio de este cuento lo tiene, aquí.